• 21 de septiembre de 2018

La clasificación de los elementos del patrimonio familiar

La clasificación de los elementos del patrimonio familiar

La clasificación de los elementos del patrimonio familiar 1024 751 David Moreno Vincent

De cara a poder efectuar un análisis correcto de la situación patrimonial es necesario clasificar el conjunto de los bienes que lo componen en función de dos parámetros básicos: su capacidad de generación (o consumo) de flujos por una parte, y por otra su valor sentimental para el tomador de las decisiones.

Si bien la ordenada de este esquema es relativamente sencilla, ya que se pueden cuantificar tanto los rendimientos como los costes de mantenimiento de los elementos patrimoniales (aunque en numerosas ocasiones no se hace), la abscisa, referida al valor sentimental es una mera clasificación ordinal: unos bienes tienen más o menos valor sentimental que otros, pero no es normalmente posible establecer cuánto más o menos.

Dentro de este mapeo debemos clasificar las inversiones, las residencias, bienes raíces, la empresa familiar, en definitiva cualquier tipo de bien del que se dispone, para establecer un mapa cuyo aspecto suele ser similar al que aquí mostramos:

 

 

 

Debe tenerse en cuenta que este mapa es un ejemplo razonablemente frecuente, si bien existen tantos mapas como patrimonios y personas ya que el valor es un concepto absolutamente subjetivo. Un claro ejemplo de esto son los vehículos, que pueden estar a lo largo de toda la abscisa en función de la personalidad de sus propietarios.

La construcción de este mapa nos permite diferenciar claramente 4 zonas:

  1. Zona de Inversión. Es la zona donde deben encontrarse el conjunto de los bienes que generan riqueza para el patrimonio familiar. Aunque la capacidad de generación de flujos casi siempre está relacionada con el nivel de riesgo inherente a esos bienes, el llamado “portafolio de inversión” debe idealmente estar situado en esa zona ya que su escaso valor sentimental simplifica el proceso de toma de decisiones llevándolo a un terreno meramente racional de análisis de beneficios. Ejemplos como los depósitos en efectivo (que pueden tener coste en momentos en que las tasas de interés son negativas) se deben situar adecuadamente como “cero generación”.
  1. Zona muerta. Es la zona en la que se sitúan elementos de inversión que deben ser liquidados. Típicamente se encuentra en ella acciones en pérdidas, o inversiones especulativas cuyo origen suelen ser burbujas de activos. Su mantenimiento nos hace perder de vista el objetivo a largo plazo de la empresa patrimonial.
  1. “Patrimonio de la familia”, pero que no debe confundirse con el patrimonio familiar. Es la zona en la que se encuentran los bienes que los miembros de la familia usan o disfrutan y que no tienen carácter de generador de riqueza. Desde los vehículos que se usan a la residencia principal o vacacional. Esta zona representa el nivel general de consumo presente de recursos, y no debe perderse de vista que para su mantenimiento futuro se debe establecer un sistema adecuado. Además, esta zona no incluye los intangibles futuros, como pueden ser los estudios universitarios de los hijos.
  1. Zona de riesgo. El motivo de su denominación es que los activos que se encuentran en esta zona deben ser seguidos y controlados de manera muy fría. En efecto, nuestro alto grado de apego hace que puedan derivar en cargas más que en soportes, lo cual es el caso típico de empresas familiares que en un momento determinado se vuelven improductivas. Esta zona, de cara al futuro, debe ser adecuadamente compensada por los elementos que contiene la zona de inversión.

Hemos situado a modo de ejemplo los bienes raíces en “tierra de nadie”. En efecto, si bien la inversión normalmente es productiva, puede o no tener un valor sentimental derivado de los orígenes de la familia, o de una voluntad de desarrollo social en determinadas áreas. Su posición por tanto siempre debe ser cuidadosamente estudiada.

Una vez finalizado este mapa, se deben realizar dos ejercicios. El primero consiste en calcular el nivel de superávit o déficit tanto actual como previsible teniendo en cuenta los intangibles mencionados para determinar si el patrimonio, la futura empresa patrimonial, se encuentra en equilibrio o no.

El segundo, sobre la base del anterior, consiste en ajustar este mapa a los objetivos que se deben fijar para la empresa patrimonial y eventualmente separar su capital del de la empresa familiar, con independencia de su rentabilidad actual.

Si necesita ayuda para llevar a cabo este análisis, no dude en ponerse en contacto conmigo.


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